Comunicar lo que sentimos de manera empática nos permite construir relaciones sanas.
La asertividad es la habilidad de transmitir con seguridad lo que quiero y lo que pienso, los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás.
La persona no-asertiva o inhibida no defiende los derechos e intereses personales. Respeta a los demás, pero no a sí mismo.
La persona agresiva defiende en exceso los derechos e intereses personales, sin tener en cuenta los de los demás.
La persona asertiva conoce sus propios derechos y los defienden, respetando a los demás. Es decir, concilian y ajustan su emoción para “llegar a un acuerdo”: Yo gano/Tú ganas.
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