“Yo es que soy muy autoexigente”
Detrás se esa frase se esconde un sinfín de creencias, experiencias y emociones…
- Sentirme poco válida/o
- Miedo al rechazo
- Falta de límites
- Culpa
- Exceso de control
- Baja tolerancia a los errores y a las frustraciones
- Creencias negativas
- Educación autoritaria
- Comparación constante
- Autoestima dañada
- Necesidad de ser reconocido/a
- Presión social
La autoexigencia se desenvuelve mediante un diálogo interno que nos dice que aquello que estamos realizando, pensando o programando, podría ser mejor. La búsqueda de la excelencia en todo lo que hacemos se traduce en tareas que se alargan una eternidad, proyectos que se complican, repasos de los repasos, sensación de que lo realizado no cubre las expectativas iniciales… ¿Os suena?
La autoexigencia tiene el objetivo de alcanzar la mejor versión de mí a cualquier precio, pudiendo ser muy dañina para nuestra salud mental. Sin embargo, bien gestionada nos ayuda a mejorar y a crecer como personas.
Si la autoexigencia está afectando tu vida personal, laboral o académica, te recomiendo ir al origen de aquello que ha hecho que te manejes desde la exigencia, podría ser muy liberador.
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